Estas semanas -como todo el mundo- estoy asistiendo a una retahíla de seminarios y conferencias por Internet, algunos de los cuales han enlazado las actividades a la que me he dedicado durante casi toda mi carrera: la gestión de redes internacionales y los asuntos públicos o lobbying.
Concretamente, hubo uno especialmente interesante, titulado «El valor de los Asuntos Públicos en tiempos de COVID-19«, organizado por Deusto Business School y que contó con la participación de cuatro destacados profesionales del sector.
Me parecieron especialmente relevantes cinco intervenciones, que -si bien en su mayoría iban orientadas hacia la actividad de lobby en general, o más específicamente a los asuntos públicos en España- trataré de poner en la perspectiva en esta y otras entradas en este Blog desde la óptica que mejor conozco: la europea.
- Tiempos de multiplicación de intervenciones y oportunidades: Uno de los ponentes destacó que en estas semanas la actividad legislativa en España se ha multiplicado (se han publicado en torno a 70 BOEs), y se espera una actividad normativa muy dinámica para los próximos meses y años, con lo cual es previsible que el sector de asuntos públicos -que se nutre de la actividad normativa- conozca un período de auge. ¿Sucederá lo mismo a nivel europeo? Hay razones para afirmarlo y para negarlo.
Por una parte, en Bruselas ha habido una tendencia (muy acusada en los últimos años) hacia lo que se denominaba «better Regutation»: legislar menos para regular mejor. Este mantra, nacido inicialmente para contrarrestar los mensajes típicos de los partidarios del BREXIT sobre la excesiva injerencia de Bruselas, ha hecho que la actividad legislativa comunitaria se haya resentido en los últimos años. Sin embargo, creo que es razonable esperar que el impacto de esta crisis y la gran oportunidad de darle una salida sostenible -sobre todo a través de iniciativas como el Green Deal– va a suponer un cambio de tendencia y que los legisladores europeos se van a poner las pilas para adoptar las normativas que puedan devolver a la UE el rol predominante que siempre ha tenido en la actividad normativa, sobre todo en áreas como la sostenibilidad (en ámbitos como el medioambiental, el 85% de la legislación nacional es una mera transposición de lo decidido en Bruselas), y se retome una actividad que ha sido siempre esencial. Además, es esperable una mayor europeización en cuanto a la potenciación de sectores estratégicos, como la salud y la protección de industrias estratégicas. No son los mejores tiempos para afirmar esto, ya que la desesperante inacción del Consejo de la UE y tormentas como la de Karlsruhe no ofrecen un panorama muy luminoso, pero honestamente creo que todo el camino andado durante décadas hacia la integración europea será más resistente que estos vientos que azotan actualmente.
Por lo tanto, creo que es razonable esperar que -tras el primer impulso nacionalizador- la UE retome niveles de actividad normativa equiparables a los de hace años- con lo cual la multiplicación de intervenciones y oportunidades mencionada en el seminario de Deusto se va a dar también a nivel europeo.
- Tiempos de “construir la reconstrucción”: Otro elemento puesto de manifiesto por los ponentes fue que este es un tiempo de reforzar capacidades, dotarnos con herramientas para resistir, posicionarnos y poner los cimientos para nuestra solidez futura, a través de una formación sólida de los niveles directivos sobre el posicionamiento a largo plazo. Esta es una visión que comparto, aunque -si bien en la conferencia se habló únicamente de las empresas- yo creo que esto también es especialmente cierto para las Instituciones públicas. Pero esto –la necesidad de formación sobre asuntos públicos para cualquier organización– será materia para otra entrada futura. Eso sí: llegados a este punto, creo que es importante subrayar un elemento adicional: la necesidad de no reinventar la rueda y actuar desde una perspectiva práctica. No es el mejor contexto para tomar decisiones especialmente radicales o giros copernicanos, sino de reforzar tendencias ya existentes y de echar mano de todo lo bueno que ya teníamos. No soy amigo de propuestas de «todo va a empezar desde cero», y estoy más de acuerdo con quien afirma que esta crisis no va a hacer más que acelerar tendencias ya existentes anteriormente. Hay cosas que quedarán hechas jirones -cierto- pero haríamos mal en no aprovechar lo bueno que ya teníamos.
- Tiempos de competencia feroz: Otro elemento de gran importancia que mencionaron los ponentes es que esta crisis -que afecta a todos los sectores, aunque no (ni de lejos) a todos por igual- va a haber una enorme batalla por la atención de las autoridades públicas, bien sea a través de petición de ayudas (en una primera fase) o de especial protección legislativa (en una segunda fase). Desde la perspectiva europea, el espacio en el que nos movemos está cada vez más fragmentado (EU del Norte-del Sur, Este-Oeste, etc.), lo cual no hace más que subrayar la necesidad de estar presentes en el debate europeo, porque es en Bruselas donde se van a librar las batallas que van a fijar los parámetros de recuperación económica, con lo cual es necesario que establezcamos nuevas narrativas para nuestras empresas y aprovechamos las oportunidades para el reposicionamiento.
- Tiempos de alianzas: Por último, se puso de manifiesto algo que es evidente: nadie va a salir de esta en solitario, con lo cual las alianzas entre sectores e instituciones, tanto a nivel local, regional, nacioonal como internacional, van a florecer. Otra cosa es cómo hacer que este fenómeno no se quede en algo transitorio o anecdótico. Y a esto dedicaré otras entradas futuras, ya que Bruselas ha sido desde siempre -y lo continuará siendo aún más en el futuro- un maravilloso laboratorio de alianzas de todo tipo, en algunas de las cuales he participado activamente durante años, y que representan ejemplos innovadores que haríamos bien en replicar a nivel local. En Euskadi, donde el trabajo en común o Auzolana está tan enraizado en nuestro ADN, contamos con un excelente punto de partida.
En definitiva, creo que estamos en una fase de ebullición en cuanto a los asuntos públicos, ya que el rol del lobbyista es ayudar a sus clientes a gestionar la incertidumbre y a establecer y gestionar prioridades. Pero creo que las compañeras esenciales para este viaje serán la prudencia -no estamos para locuras, aunque muchas veces la mayor locura es «hacer lo de siempre»-, la visión -visión a largo plazo y visión honesta, conociéndonos- la formación -elemento fundamental a todos los niveles- y la estrategia, para que lo que hagamos sea duradero.
En próximas entradas de este Blog profundizaré más en torno a algunas de estas cuestiones, que me parecen de especial interés, tanto para empresas como Instituciones públicas.