En nuestro entorno más inmediato –Europa- estamos asistiendo en los últimos años a una significativa evolución de las relaciones internacionales. Tanto en el ámbito privado –empresas, asociaciones- como en el público –municipios, entidades semipúblicas, regiones- se está asistiendo a una creciente consciencia de la importancia de actuar en redes estables.

Para las empresas, sobre todo debido a la importancia de las PYMEs en nuestro entramado empresarial, en la mayoría de las ocasiones nos encontramos con que la internacionalización se da a través de alianzas estratégicas, ya sea de adentro a afuera (iniciativas de internacionalización de empresas locales a través de los Clusters) o de afuera a adentro (inserción de empresas vascas en redes empresariales internacionales ya existentes).

Para las entidades públicas, cada vez hay más agrupaciones formales o informales en las que representantes de regiones, provincias, ciudades u otro tipo de entidades se alían para compartir experiencias, intercambiar información y –al fin y al cabo- ganar capacidad de influencia en cualquier sector.

Esta multiplicación de redes internacionales estables -que en Bruselas goza de una salud de hierro y que no tiene porqué venir aparejado a gastos extraordinarios- proporciona tres tipos de ventajas:

• Más información: La pertenencia a redes facilita el acceso a información que de otro modo permanecería oculta o sería mucho más difícil de obtener;
• Más influencia: Además de la función altavozde las asociaciones ante todo tipo de autoridades –en este caso las de la Unión Europea- la organización en redes permite mejorar sustancialmente las habilidades de acceso a niveles más altos de administración, reduciendo los costes de establecer un lobby;
• Mejor punto de partida para la financiación: Las modalidades de financiación que exigen la formación de consorcios internacionales parten de la base de que la colaboración internacional facilita la replicabilidad de los proyectos en otras partes del continente. El hecho de pertenecer de antemano a redes eficaces y dinámicas proporciona ya un punto de partida avanzado, tanto desde un punto de vista operativo (ya se sabe cómo trabajar en un equipo internacional) como desde un punto de vista político (si la red en cuestión goza de visibilidad y reconocimiento Institucional por parte de la Unión Europea, las posibilidades de éxito se multiplican de facto).

Este creciente florecimiento de redes internacionales parece estar empezando a cuajar entre el entramado empresarial e institucional vasco, aunque de modo aún pausado. La participación en redes europeas es bastante escasa por el momento, y aún en los casos en los que hay una involucración, el networking internacional es o bien ocasional –para proyectos muy determinados- o bien excesivamente pasivo –sin aportar todo lo que se debería. Las causas de esta falta de involucración suelen ser variadas, pero suelen reducirse a tres:

• Falta de tiempo / recursos: Rara vez en una empresa o asociación hay una persona encargada de asuntos europeos, con lo cual estas actividades recaen en personas que se encuentran desbordadas por su tarea diaria (en otros mercados internacionales).
• Falta de habilidades soft: Para mantener un contacto fluido con socios europeos son necesarias habilidades específicas –dominio de uno o varios idiomas extranjeros, capacidad de trabajar en entornos multinacionales, etc- que no siempre se tienen al alcance.
• Falta de experiencias satisfactorias: En ocasiones se ha apostado por el trabajo en red, pero desde una perspectiva excesivamente oportunista, sin visión a medio / largo plazo, y esto ha dado lugar a lógicas frustraciones.